Los motivos para pasar las vacaciones en la Normandía son tan variados como la misma región. Hay quienes buscan la calma que emana de su costa montañosa, mientras otros prefieren actividades más dinámicas como recorrer los escarpados acantilados de la región. En cualquier caso, todos los visitantes de esta zona del norte de Francia se encuentran con un ambiente único, unos paisajes prácticamente intactos de una belleza agreste y arrebatadora, una gran riqueza histórica y un estilo de vida muy particular. Con todo esto, no es de extrañar que el interiorista francés Tristan Auer descubriera allí una casa de principios de siglo XX con un legado interesante y un gran potencial. No tardaría en darle una nueva vida transformándola en una expresión artística de la historia de la región y la vida de sus habitantes.
La «Fisherman’s House» —casa de pescador— se construyó en 1902 y se encuentra en un terreno apartado, repleto de árboles antiguos y surcado por un pequeño arroyo. La fachada de ladrillo pequeño es típica de la región y, en combinación con las ventanas altas y estrechas y el tejado puntiagudo de dos aguas, confiere a la casa una presencia imponente y pintoresca al mismo tiempo. Sus anteriores propietarios la utilizaban como punto de encuentro para compartir su pasión por el arte y la pesca: durante muchos años organizaron eventos en los que los asistentes tenían ocasión de admirar sus obras de arte, muebles y objetos decorativos.
Copyright: Amaury Laparra
El propietario actual ha integrado este pasado en su visión clara y moderna de un espacio cargado de emociones. Con ello, la «Fisherman’s House» depara una vivencia sensorial absolutamente fascinante. Cada habitación refleja la singular interpretación que hace Auer del lujo contemporáneo, vinculado en este caso con el alma de una casa restaurada.
Tristan Auer hizo gala de un tacto fino y certero para discernir entre lo que valía la pena conservar y lo que convenía renovar. Todas y cada una de las estancias reflejan su creatividad, su sensibilidad y su amor por los detalles. El vestíbulo, coronado con un impresionante fresco del pintor Matthieu Cossé, constituye indudablemente la culminación artística de la casa. En él confluyen fantasía y magnificencia, mar y campo, tonos suaves y colores radiantes. Una vez más, la casa relata la historia de sus propietarios de ayer y de hoy.
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En el baño, que antiguamente había servido de recibidor, salta a la vista la bañera independiente con patas tipo garra de león. Está secundada por otro elemento igual de llamativo, la grifería de pie de la colección AXOR Montreux, con la estética industrial característica de principios del siglo XX. Emplazada delante de la chimenea y de un espejo hasta el techo, esta grifería destila el encanto de los lujosos baños que se llevaban en la Belle Époque en los hoteles de lujo europeos. En el lavabo, la grifería de tres vías AXOR Montreux con caño alto y curvado y manecillas separadas se suma al ambiente clásico que distingue a este baño.
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La colección AXOR Montreux demuestra en todas sus aplicaciones que es posible combinar un diseño nostálgico con la tecnología más avanzada y con una funcionalidad inmejorable. Por ejemplo, la grifería de bañera con carcasa de aspecto genuino incorpora un confortable inversor de caño y ducha y dispone de una teleducha dotada de un tipo de chorro ultramoderno. Los detalles de la grifería reflejan las técnicas artesanales tradicionales, como taraceas de porcelana en las manecillas y tubos acoplados con racores. Así es lógico que AXOR Montreux, un homenaje de excepción al diseño genuino y al mismo tiempo moderno para baños y cocinas, fuera la elección perfecta para la visión que tenía Auer de su «Fisherman's House».
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